Tus lágrimas duelen
como gotas de fuego cristalino,
como dagas de atroces impotencias.
Tus lágrimas duelen
como un puñal de dudas persistentes,
como el cuchillo que nos corta el alma.
Tus lágrimas duelen
como hierro candente sobre la piel,
como el arpón de la obligada distancia.
Tus lágrimas duelen
como la espina de la rosa ya marchita,
como el olvido del sendero hacia el amor.
Tus lágrimas duelen
y dejan abierta una herida
que cerrará con tu sonrisa.
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