La calle duerme tendida,
sobre su lomo el bullicio,
un niño llora perdido,
y un perro lame su herida.
De la ventana, el cristal
va repartiendo reflejos,
reminiscencias de espejo
que ocultan lo principal.
El viejo con su cayado,
la vieja con sus recuerdos
y con baldosines viejos
entre ambos surge el pasado.
La calle duerme tendida
las casas velan su sueño,
el niño llora en su empeño
y el perro observa su herida.
El viejo, con su cayado,
labra historias vencidas,
despierta viejas heridas,
la vieja asiente callando.
Se marcha el sol, de la tarde
se lleva el perro su herida,
llorando, la calle arriba,
el niño no encuentra a nadie.
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