Cuán triste es el silencio al no tenerte
y dulce es el morir en la agonía
mirando en mi memoria, vida mía,
la imagen de tu amor sin poder verte.
Cuán plácido el recuerdo de saberte
anclada aquí en mi puerto todavía
negando la verdad aunque sabía
que el viento te empujaba hacia otra suerte.
Rompiste tus amarras y en un día
partiste de mi sueño hasta perderte
envuelta en celofanes de apatía
sabiendo o sin saber que el alma mía
moría y a la vez era la muerte
voraz que devoraba mi alegría.
DESDE IRAK
Hace 16 horas