Rugen las fauces de acero
arañando un mar de asfalto,
bestias voraces que llevan
siete muertes bajo el brazo.
Siete muertes al acecho,
las siete que van rondando
a los jinetes, que ciegos,
osan seguir cabalgando.
Siete muertes que se plasman
en un devenir macabro
cuando el óbito se pinta
con la sangre en el asfalto.
Rugen las fauces de acero
con los ojos apagados
llevando blondas de luto
pespuntadas a sus bajos.
Y acabarán su carrera
con los cascos destrozados
vomitando agua y aceite,
sobre sangre vomitando.
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