De chaval compré un amor
en la tienda de mi pueblo,
iba envuelto en papel rojo
con un lazo de oro viejo.
Lo compré porque decían
que era el último modelo,
un amor que crecería
y crecería, aquí en mi pecho.
Me engañaron, hoy lo sé,
hoy lo sé, que no era nuevo
y me hallé, en mi corazón,
un amor que era muy viejo.
A los días de comprarlo
este amor, medio deshecho,
se rompió en dos mil pedazos
y no hallé posible arreglo.
Lo he tirado a la basura
y al tendero de mi pueblo
fui a decirle que, de amores,
solo vende amores viejos.
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