El fusil acecha.
La luna ensangrentada es cómplice..
… y las estrellas.
La boca de acero se aprieta,
rechina algo en su cerebro
y en su interior se fragua una muerte…
Vomita su lava ardiente
al son de un grito
que sobrecoge a la selva.
El destino cabalga a horcajadas
sobre un caballo de plomo
que silba,
que corta el viento,
que cruza la memoria de las hojas
imprimiéndoles el vacío en sus entrañas.
Salta la sangre a borbotones…
la vida pugna por salir,
(es tan estrecho el agujero)
pero la pugna de la muerte
por entrar, ensancha tan angosto paso.
Deposita en la herida
la simiente de la gangrena…
La noche llega a su cenit antes de tiempo…
-¿Dónde estás, madre?
Tápame, hace frío…
Y la vida se escapa ,
cabalgando sobre coágulos rojos,
cerrando dieciocho años,
cerrando aquellos ojos imberbes
que pugnaban por no dormirse…
Enterrando la palabra…
…y la conciencia.
Y detrás de aquel fusil
una mano sin piedad,
una mano asesina
y unos ojos de hielo
sobre una sonrisa macabra
que ilumina la noche
como un relámpago a destiempo.
Detrás de aquél fusil
un corazón ciego de un terrorista más.
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