Dormiste en el jergón del abandono
soñando tal vez con una estrella,
o ansiando una sonrisa de la luna
que nunca vino.
Fuiste allí como una paria de los cielos
paseando la vista por tu entorno
y mascando los desprecios que llegaban.
Fuiste allí una viva imagen miserable.
Cartones empapados por el llanto
sirvieron como manta protectora
del odio frío que soplaba
tras la brisa amarilla del dinero.
Fuiste allí como un reclamo,
como un cartel publicitario,
como un espejo donde alma y alma se miraban
para ver desolación e incertidumbre.
Fuiste allí un sordo recuerdo
de vergüenza devorado e injusticias,
fuiste allí inaudible grito
que quedó como epitafio de tu vida.
Hoy la sociedad halló tu muerte
que ella misma provocó sin darse cuenta,
y halló tus lágrimas caducas
resecas como perlas de un olvido.
Ya nadie pide nada en esa esquina
donde queda ese jergón del abandono
sin estrellas en sus noches apagadas
ni forzadas sonrisas de la luna.
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