MATINAL INVIERNO

Se duerme la mente en la nieblina,
contemplando la belleza derramada
y duerme el silencio bajo brumas
esparcido entre las gotas del rocío.

El sol está perdido.

Se asoman las crestas desvaídas,
reclamos verdes de la vida,
cabalgando en el paisaje
de las aguas de invernía.

Despierta la mañana triste,
aterida de frialdades agrisadas.
Las casas pacen blanquecinas,
como ovejas, en un mar de pastos esmeralda
y la vereda serpentea por entre ellas
escalando roquedales y laderas.

Se peinan las mieses con el viento,
agitando abigarradas sus espigas,
los perales y manzanos las contemplan
asomados a la verja temblorosos.

…y el sol sigue perdido

Bajan algodones aplomados
como un manto aguado de nostalgias
que reposan lentamente en esta estampas
que nos mueve a los recónditos recuerdos.

¿Dónde están los fuegos que crepitan
y que endulzan las mañanas temblorosas?
¿dónde está la luz que brilla al alba
y que marca nuestras sombras recostadas?

El día duerme…
… arropado de silencios tras la noche.
… estirando vagamente su mañana.
… escribiendo otro pasaje en los cristales.

… y el sol sigue perdido.