Se escaparon entre ayes
por el cauce de las sábanas,
con las aguas del orgasmo,
rosas blancas deshojadas.
Y roja quedó la luna
de su cielo avergonzada,
estrellas mudas de luz
se durmieron con el alba.
Niña de verdes ojos
lloraba por la alborada
envuelta en brotes de sangre
prendidos entre sus nalgas.
Corría la calle oscura
empedrada con sus lágrimas
buscando asilo en las sombras
donde nadie la mirara.
¡Ay madre que apuñalaron
aquello que yo guardaba,
y lo mataron de noche,
mientras dormía engañada!
¡Como me quema el clavel,
Dios mío, como me abrasa!
Limpia mi mancha de culpa
que me quema las entrañas.
Y allí quedó su inocencia
bajo los pétalos grana,
acuchillada de amores
se moría desangrada.
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