Llora el niño por la ausencia
de un juguete, nada más.
A su lado yace muerta,
entre cirios, su mamá.
En la sala, diez personas
y el olor a eternidad
que se cuela entre las sombras
con las ganas de llorar.
El silencio se hace lágrima
en los ojos del papá.
Dos recuerdos en la esquina,
el dolor de viudedad
y entre cirios, aquel niño
que no cesa de llorar,
que se acerca con sus gritos,
a llamar a su mamá.
-Mami, quiero aquella grúa
verdiazul de verde mar.
Ven, levántate y me ayudas
en la búsqueda, mamá.
A lo lejos, las campanas,
que no cesan de tocar,
traen desgarros hasta el alma
y la invitan a rezar.
Llora el niño por la ausencia
de un juguete nada más,
sin saber que yace muerta,
a su lado, su mamá.
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