Esta senda lleva espinas,
espinas de rosaleda,
lleva las manchas de sangre
que de mis labios gotean,
lleva pétalos perdidos
de soledad y tristeza,
lleva conjuros sin nombre
de predicciones inciertas.
Esta senda lleva espinas
pintadas de roja ausencia,
gotas de labios mordaces
que no sonríen ni besan,
lleva el silencio a la orilla
clavado como la hiedra
que trepa sobre las sombras
con la frialdad de la piedra.
Esta senda lleva espinas,
la desazón del que espera
contando gotas de luz
sentado junto a la puerta,
del que le cuenta a las rosas
viejas historias de seda,
del que va perdiendo el alma
a desgarros por la senda…
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