Se fue el olor de ayer callado y solo
cogido entre los dedos de la lluvia.
Colgando de sus hilos plateados
hallaba sus raíces cristalinas
clavadas en el pecho de la tierra.
Huía de la herrumbre en imbornales
y así, tras el clarín enmohecido,
perdió su compostura y elegancia.
¿Por qué los pensamientos son tan grises
si nacen en los días apagados?
¿Por qué ese fino hacer que trae la lluvia
invita a comulgar con la tristeza?
A veces, cuando veo en la alameda
los árboles que duermen solitarios,
me llega la apatía desde el arco
celeste donde nacen los inviernos.
No sé por cuánto tiempo estaré solo
viviendo estos hastíos persistentes,
ni sé por cuánto tiempo esta alameda
será el rincón solaz del desencanto
mas sé que muy al fondo de este abismo
se teje una esperanza de alegrías
y así, tal vez mañana, en el olvido
se vayan con los dedos de la lluvia
mis miedos a enraizarse bajo tierra.
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3 comentarios:
Carlos hermosos versos tristes cargados de melancolía, me encanto esta obra.
Besos de luz
Carlos, cuanta melancolia en tus versos, tus letras lloran para mi alma. Llegan profundamente. Besos, cuidate.
"¿Por qué ese fino hacer que trae la lluvia
invita a comulgar con la tristeza?"...
¿Será que los inviernos transmutan en aquellos que saben ver al trasluz de cada gota la profunda carga emocional cayendo sin poder evitarla?...hoy nos dejas un compendio maravilloso en esta frase.
Abrazo gigante para vos, más allá de las aguas...
Anna Francisca
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