Hoy supe, mi Señor, al implorarte
el perdón para mi alma pecadora
que no hubo tan siquiera ni una hora,
mi Dios, que haya empleado para amarte.
Y al verte, así clavado y sin llorarte,
expuesto en esa cruz y a quien te adora,
me siento como lágrima traidora
que corre mi mejilla sin mirarte.
Perdóname Señor la villanía
de ver tu sufrimiento e ignorarte
sabiendo que por mi era tu agonía.
Perdóname señor y al alma mía
otorga tu temor para ensalzarte
y muéstrale tu amor por quien te hería.
martes, 6 de abril de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)