Vas rugiendo como fiera embravecida,
asaltando los cuarteles de la arena,
extendiendo garras blancas que se quiebran
y retornan desgastadas y vencidas.
Te desgarras cada día y de tu herida
van naciendo nuevamente otros intentos
de las olas plateadas que en el viento
se encabalgan por la arena playa arriba.
Es tu vida que te acosa día a día
que en las noches te refresca en su salitre
y te mece y te mece sin decirte
que por siempre vivirás esta porfía.
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