La muerte se acerca con sigilo,
como un manto de penumbras,
como una ráfaga de frío…
… y en la puñalada,
la vida huye a borbotones
dejando pétalos de rosa
entre sus huellas.
El acero lagrimea de agridulce
apuntando a las estrellas,
señalando la tramoya azul
que se alarga a lo infinito.
Va dejando los destellos de la ira,
y pausando su nerviosa acometida…
Se marcha el grito…
… y solo queda el eco
y un suspiro agonizante.
La muerte toma silenciosa las almenas
y escala aferrándose a la herida,
se derriban los cuarteles
y las azucenas muertas
hacen lecho de recuerdos…
El odio ahonda a pecho abierto…
… y el puñal acecha…
… la mirada ya no pide la clemencia,
se vacía y cabalga más allá del pensamiento.
Marchitos, los jazmines del amor,
cae un manto de tinieblas.
Lágrimas en los lirios…
sangre en la luna llena.
El telón se cierra…
… es el fin de la opereta.
Y en la escena duermen
…un cuchillo y una muerta.
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