Hoy deseaba llevarte
la rosa más encarnada,
la rosa más grande,
la rosa más aromática,
aquella que pudiera decirte
cuanto te amo,
aquella que pudiera hacerte sentir
todo aquello que yo siento,
aquella que pudiera despertar esa sonrisa
y pudiera avivarte en mis recuerdos,
aquella que pudiera amarte sin espinas,
aquella, que aún llorando, te amara, ya marchita,
plantada en el final de su calvario.
Hoy te sentía aquí,
tan cercana como el aire que respiro,
silenciosa como un eco trasnochado,
palpitante como un lucero matinal,
amorosa como una luna de sonrisa plateada.
Hoy sentía tus manos en mi piel
describiendo el amor ciego por mis poros,
rebuscando los placeres del ocaso,
cantando melodías intangibles
y tocando los compases agitados.
Hoy te sentía,
aquí, a mi lado…
Hoy te sentía,
en mi silencio solitario…
Hoy te sentía…
... y añoraba esos tus vientos…
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