Hoy, sentado en las arenas
escuchando el son del agua,
de la brisa oí mi nombre
que tus labios pronunciaban
Y aunque estaba tan seguro
de escuchar esas palabras
algo en mi interior decía
que tal vez no te alcanzara.
Sin embargo, niña mía,
yo, aferrado a mi esperanza,
navegaba en pensamientos
más allá de la mar brava.
Se que un día, no se cuando,
cruzaré tras esas aguas
no se dónde, no se como
pero se que he de cruzarlas.
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