Ved los lomos de la mar,
sentid sus olas agitadas
que cabalgan sobre espumas,
tomad su sal y su bravura,
tocad sus labios bucaneros
y escuchad sus gritos y lamentos.
Ved aquella arena del silencio,
dejad que sueñe,
si, que sueñe en vuestros pechos,
hoy dormidos,
dejad que libre mil batallas
con el alma aterida por los vientos,
dejad que arranque los suspiros y mil gritos
de victoria o de derrota,
da lo mismo.
Tocad la flauta y que sus notas
hagan brillos y diamantes,
tocad el arpa y que sus cuerdas
se trasmuten en arpegios celestiales,
tocad el sueño y que sus lirios
hagan coros de belleza.
Sentid la brisa,
como lame vuestra frente,
sentid el ámbar que acompaña a la cordura,
sentid las puertas de la entrada a la locura,
sentid el tiempo que revuela en el ensueño,
sentid los dedos y la música que encierran.
Sentid, amada mía, en la distancia,
los acordes que os dan mis labios trémulos,
y sentid, amada mía, tras las aguas…
… y sentid, amada mía, lo que siento.
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