Cuando yo cierre los ojos
quiero tenerte presente,
quiero que tomes mi mano
cuando me llegue la muerte.
Niña, que como te quiero,
nadie ha podido quererte
y ello provoca mi miedo,
miedo, de pronto, a perderte.
Quiero que cuando me muera
tomes mi mano y la beses
quiero dejar en tus labios
mi corazón para siempre.
Y ha de rezar mi epitafio:
“Hoy, este niño, está ausente,
porque esta losa tan fría
le está impidiendo quererte”
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