Mi corazón se pierde
en un entresijo de dudas e incertidumbres
cuando mi mente viaja,
desnuda de sus certezas,
por ese mundo desbocado,
lamiendo los últimos compases
de una melodía inacabada.
Tú, sirena de oro y agua,
despojada de leyes y contratos,
aguardas una comunión de ilícitos encuentros,
para navegar en esta impetuosa barca
que desafía tempestades y aguaceros.
Y yo subiré, descalzando el raciocinio,
por la cucaña de tus senos
para alojarme en su vértice,
en la sed de tus desvelos.
Y, una vez allí, surcaré la mar impredecible
y fondearé en arenas
de coral y caracolas
para escuchar los desvaríos alocados
y rizar dos imposibles.
Luego, tras la espada del engaño,
volaré veloz,
grabando aquellos movimientos,
los últimos arpegios sin sentido,
los últimos allegros ahogados…
Entonces tú nuevamente serás tú
y yo ya nunca más volveré a ser yo…
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3 comentarios:
Pues rizas muy bien los imposibles Carlos.
Este poema es muy hermoso.
Es uno de los que más me ha gustado de lo que te he leído.Y mira que eres bueno.
Pero este es adorable desde el punto de vista femenino jajaja
Un abrazo
Gizz
Tienes la cualidad de meterme en tus versos... Bravo!!!!
Un fuerte abrazo para ti, Carlos.
Precioso, me encanto leerlo. Besos, cuidate.
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