El ardor de tu sangre
quema mi mente
y flotan a la brisa de la noche
tus besos, mariposas de encanto y fuego.
La muerte prematura de la distancia
trae el cuerpo a cuerpo
con un baño de intensidades
al tañer del pálpito creciente.
El mar se ruboriza
y eriza sus crestas blancas
a caballo de un rumor de caracolas.
Se pierden las luces
en lejanías de sal y arena
y el mundo se reduce
a un momento solitario,
a una cópula creciente
de luciérnagas celestes.
Náufrago de tu cuerpo,
doy brazadas de codicia
por los arroyos de tu sangre
y escalo en el cansancio
esa cúspide sedienta.
Hasta que el cielo se vuelque
y descarte su misterio
trazaremos cada noche
garabatos de encantamiento,
entre miradas ocultas,
al cantar de las sirenas.
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1 comentario:
Me trae el recuerdo de una hoguera que el tiempo apago. Bello poema, besos, cuidate.
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