Dos gotas de fuego
resbalaron de mis lóbulos
y un viento estremecedor
batió la arboleda de mis sueños.
Yacimos juntos
sobre la vergüenza
que lentamente fue muriendo
bajo nuestros pies desnudos.
La mañana nos halló prendidos
entre las secas zarzas del deseo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Palabras que llegan...
Besos
Cuando se ama de esa manera!
No existe verguenza alguna que intimide los sentimientos.
Buen sabado.
Publicar un comentario