Desciendo de las sombras carentes de plumaje
y nado entre los odios que pueblan esta vida
sabiendo que esta guerra quizás esté perdida
pero aún así en mi mano esgrimo mi coraje.
Plantando cara al día que viene de las noches
camino por la senda política de engaños
y sobre mis heridas sangrantes pongo paños
llorando esta agonía sin ayes ni reproches.
La paz que nos cubría se muere del desgarro
feroz de acusaciones, de causas olvidadas,
de guerras fratricidas, batallas ya pasadas
de opacos oropeles y de ídolos de barro.
Jamás una derrota valdrá como victoria,
jamás una victoria valdrá lo que un hermano
y así, entre dos extremos, alargo yo mi mano
en un tenaz empeño de unir perdón y gloria.
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7 comentarios:
Perdón y gloria, que difícil es tener ambas cosas .
Muy buen poema.
Saludos
Nunca una guerra sirve; jamás naadie ganó un a ellas; Todos pierden, todos perdemos.
Perdón y gloria, ummmm!, y unidos; esa sí es una fantástica batalla que ganar
Un beso
:) Reina
Me quito el sombrero ante tus letras, amigo
No sólo poéticas sio además aleccionadoras.
Un abrazo!
Una visión clara de lo que entraña el conglomerado en sus débiles pasos, donde otros deciden lanzar las bayonetas y unen en consignas absurdas conduciendo pueblos a la debacle.
El verso final es un cierre perfecto y te lo aplaudo.
Abrazos infinitos mi admirado amigo.
como lo anterior dicho,nadie gana con las guerras,bonitas letras para leer
Abrazo desde mi mar de libertad
Grcias Ulysses, el perdón y la gloria deberían ir de la mano.
Un abrazo
Exacto Reina. El perdón y la gloria es la asignatura pendiente.
Un abrazo
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