Contempla con insistencia,
solitario, ante su espejo,
como avanza en su indolencia
el arte de hacerse viejo.
Hoy verá una arruga nueva,
mañana una nueva cana.
Es así como renueva
su rostro cada mañana.
Y al final, conclusa la obra,
arrugada y olvidada,
nadará entre la zozobra
de sentirse despreciada.
Moraleja:
Vive el hoy profundamente
que, aunque grises tus cabellos,
hallarás quien tiernamente
los encuentre siempre bellos.